11 mayo 2006

Por si alguna vez...

Es hora de hacer testamento, y decirte que te dejo todas estas palabras. Es un documento público y vívido, pero todas las palabras son tuyas. Ni siquiera mías. Tuyas. No digo que sean para tí. Digo que son tuyas. Últimamente necesito afirmar lo que digo y que lo digo.Como si no fuera de verdad que escribo esto, que lo pienso y que lo siento. Vivo como si no fuera verdad, y no distingo vigilia de sueño. Me estoy alejando poco a poco del centro de gravedad. Y me asusta pensar, que me dejo morir, aunque sea una decisión consciente. Estoy asustado. Estoy invadido. Estoy perplejo. A punto para la revelación. La culpa es de los demás. O al menos de Cesare Pavese. No debí volver a leerlo nunca. Hay libros que deberían estar prohibidos por prescripción facultativa. Aspiro a un refugio solemne en las montañas como en Los Vagabundos del Dharma. Quizá un tiempo en un retiro espiritual. Quizá me marche.
(Sé que no lo haré, nunca hice nada por mi mismo y menos ahora que se ha instalado el terror).